Un par de dedos resecos me acompañan la tarde y el anochecer del domingo.
Pareciera que sus movimientos y esa increible sensasión primaria de batir-se entre otras consistencias, permitiera volver a los orígenes, a las raices.
No sólo me permite renacer, sino además se vuelcan todas y cada una de las sensasiones y pensamientos que me configuran, pareciera que me voy en cada pincel, cada manchón, cada mezcla...
Y como el Gabo diría que hay "volver a nacer en nuestra vida de hoy", renazco hoy.. con los dedos resecos, con la cara y las piernas pintadas.
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