30.8.09

Las horas

No se daba cuenta del tiempo que había pasado.
Decían que tenía meses sin pronunciar palabra, de no mirar los ojos de nadie, se la pasaba mirando a la nada. Le hablaban, una y otra vez, pero ella se limitaba a pronunciar monosílabos, sin expresión alguna que denotara alguna intención.
Ella sólo dejaba que los minutos se comieran a las horas, que las horas se comieran los días y los días se comieran su vida.
Era como si de pronto se encontrara suspendida en el tiempo, como si quisiera que su entorno se detuviera junto con ella.
Por fin, un viernes se bañó, se peinó y se vistió. Salió a la calle.
La gente la miraba con asombro, era raro, como si trajera algo encima que provocaba la atención de cuanta persona pasaba a su lado.
Seguro que me veo mal, estoy gorda, mal peinada, fea y es por eso que la gente me voltea a ver, la ropa que traigo puesta quizá no me queda y por eso me miran.
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